martes, 31 de mayo de 2011

El Arte de Bendecir

El simple arte de Bendecir al despertar, bendice tu jornada, porque está ya desbordando una abundancia de bienes que tus bendiciones harán aparecer. Porque ese bien lo único que espera es una señal tuya para poder manifestarse. Al cruzarte con la gente por la calle, el auto, en tu lugar de trabajo, bendice a todos. La paz de tu bendición será la compañera de su camino, y el aura de su discreto perfume será una luz en su itinerario.
Bendice a los que te encuentres, derrama tu bendición sobre su salud, su trabajo, su alegría, su relación con el creador, con ellos mismos y con los demás. Bendice a todos en todas las formas imaginables, porque esas bendiciones no sólo esparcen las semillas de la curación, sino que algún día brotarán como otras tantas flores de gozo en los espacios áridos de tu propia vida. Bendice tu ciudad, tus gobernantes y a todos como los educadores, enfermeras, barrenderos, sacerdotes y prostitutas.
Cuando alguien te muestre la menor agresividad, cólera o falta de bondad, responde con una bendición silenciosa. Bendice totalmente, sinceramente, gozosamente, porque esas bendiciones son un escudo que los protege de la ignorancia de sus maldades, y cambia de rumbo la flecha que te han disparado.

Bendecir, significa invocar la protección divina sobre alguien o sobre algo, pensar en él con profundo reconocimiento. Significa también llamar a la felicidad para que venga a él. Bendecir significa reconocer una belleza omnipresente, oculta a los ojos materiales. Es traer a tu vida exactamente lo que necesitas en el momento presente para crecer, avanzar y llenar tu vida de gozo.

Es imposible bendecir y juzgar al mismo tiempo. Mantén en ti ese deseo de bendecir como una incesante resonancia interior y como una perpetua plegaria silenciosa, porque de este modo serás de esas personas que son artesanos de la paz, y un día descubrirás por todas partes el rostro del Creador del universo. Y por encima de todo, no te olvides de bendecir a esa persona maravillosa, absolutamente bella en su verdadera naturaleza y tan digna de amor, que eres tú mismo.
DESCONOZCO SU AUTOR.

Que Dios los bendiga , guarde con bien y llene vuestras almas de luz, amor, paz y fe en un mundo mejor.
Silvia

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