martes, 6 de noviembre de 2012

La Medicina es La Conciencia

La Medicina sanadora es la Consciencia: Si logramos comprender y poner en práctica lo que el Dr. Carvajal comparte en este escrito, avanzaríamos a la otra orilla del río de la energía, de la orilla del dolor y el sufrimiento, a la orilla de la sanación como realización de nuestro proyecto de aprendizaje. Vale leerlo una y otra vez y convertirnos en el psicólogo de nosotros mismos, en un sabio médico, y dejar de ser el paciente que espera el milagro de que otro haga lo que solo nosotros podemos. El paradigma racional está fraccionado, entonces puede emerger la esencia que se ocultaba tras el caparazón de la razón. Buena lectura y mejor provecho. ************************************************ El Ser Humano es milagroso en cuanto puede transformar su pasado. Algunos dicen “no se ocupen del pasado que el pasado ya no existe”, pero el pasado está vivo, presente, doloroso, en cada una de nuestras células, frecuentemente, produciendo enfermedades. El problema del pasado es simplemente que haya pasado, que lo dejemos atrás como una estatua congelada. Pero al pasado hay que hacerlo presente vivo para transformar su historia, para leerlo en otro código, para interpretarlo en el código del amor, y, cuando interpretamos el pasado en el código del amor, nuestras heridas de la infancia se sanan. Y ahí nosotros somos los psicólogos, los psiquiatras, podemos sanar nuestra vida; todos estamos llenos de dolores, y a veces de dolores absurdos, que cargamos en la vida sin ni siquiera reconocer que existen. La técnica respiratoria es muy importante, sobre todo la fase de pausa respiratoria, ¿por qué razón? Porque cuando tú respiras lentamente y haces una pausa en la inspiración, la energía del inconsciente y el subconsciente sale a flote, es decir se pregunta ¿que pasa aquí que no están respirando? En ese momento el inconsciente hace aflorar a la consciencia una parte a la que no habíamos tenido acceso, de la que éramos víctimas pero que no habíamos reconocido nunca en la vida, y en ese momento podemos dialogar con el subconsciente y podemos sacar nuestras heridas más profundas. Cuando hacemos eso podemos ir más lejos, así es como actuamos para la autosanación. Yo puedo decirme, por ejemplo, ¿de dónde viene esta alergia?, si tengo una alergia y quiero librarme de ella. La alergia es algo que rechazo, un virus, una bacteria, un hongo, el frío, el calor, pero eso no es del todo cierto, eso es quedarnos muy cortos. No hay personas que sean alérgicas sólo al frío, las personas alérgicas al frío también tienen miedo a la soledad, tienen miedo al frío del alma, al frío en los sentimientos, a la frialdad del papá o de la mamá, al desafecto, es decir, el frío es simplemente un símbolo. Cuando yo soy alérgico a algo, hay algo que rechazo o que temo. Entonces si quiero cambiar mi alergia, reconozco mi alergia. Si sé que no reconozco mi alergia porque me hace sentir vergüenza, entonces trabajo con la vergüenza: ¿que cosas en la vida me evocan vergüenza? Luego experimento el sentimiento de la vergüenza y veo como experimento la vergüenza, a veces me pongo pálido y frío, otras veces me pongo rojo como un tomate, otra lo experimento como un vacío o como un hueco a nivel del plexo solar, la puedo experimentar de muchas maneras. Dónde y cómo experimento la alergia, me da una idea de la parte de mi energía que está comprometida. Vamos a ver otro sentimiento, el miedo, yo diría que la mitad de nuestros lumbagos son por miedo. El miedo provoca más lumbago que todas las hernias discales, todos los problemas articulares, todos los problemas de columna, porque el temor hace que metamos, literalmente, el rabo entre las patas, cerramos el esfínter anal interno, a ese nivel, hay un centro de energía muy importante y, nos cerramos a la vida, contraemos toda la musculatura lumbosacra, esa parte queda mal irrigada y nos dan unos lumbagos terribles, y ese lumbago es el nombre clínico del miedo. Si logro reconocer el núcleo del miedo, si logro observar mi cuerpo y veo que tengo los glúteos y toda esta parte contraída, si logro respirar hacia esa zona y liberar el sentimiento del miedo, y llamar al miedo y decirle “tú eres la mejor parte de mi mismo, cuando asciendes y te revelas, eres mi prudencia, ya no eres miedo, sino que eres prudencia, eres parte de mi amor también”. Cuando yo, a través de la respiración, logro ascender esa energía del miedo, y logro trasmutarla al altar del corazón, que es donde realmente nace el hombre que puede sanarse y puede sanar la vida, entonces desaparece el lumbago. Mi resentimiento, mi odio, frecuentemente, está anclado en mis articulaciones. Yo estoy así totalmente rígido. A veces, con el puño apretado en la noche, inconscientemente, dispuesto a pegar y a agredir. Pues bien, ese dolor articular, es resentimiento congelado en esa parte del cuerpo. Si logro experimentar ese dolor y asociarlo a mi sentimiento de ira y a mi resentimiento, y logro comprender que mi resentimiento es algo que se construye en el plexo solar, que bloquea la energía aquí y no permite a la energía acceder a mi corazón, ni a mi sistema inmune, puedo hacer mucho más que el reumatólogo, o puedo ayudarle mucho, para curar y sanar mi artritis, y yo soy responsable, no tengo que esperar que el reumatólogo me resuelva el problema. La enfermedad es mi problema, no es el problema del médico, es mi responsabilidad, yo también tengo que ver con eso. La medicina no puede ser el arte de pasarle la pelota al médico, porque le pagamos. La nueva medicina de la consciencia, es el arte de responsabilizarnos de nuestra vida, y de descubrir que realmente podemos hacer mucho por nuestra vida. Frecuentemente, vemos que una persona con un cáncer ha tenido un shock, o una pérdida afectiva muy grande. Si una pérdida afectiva le produce un vacío existencial de tal dimensión que se vuelve un vacío de energía, y permite que las células degeneradas puedan invadirle, es porque estaba apegado, ese es el problema del apego que yo debo reconocer. Si alguien se va y yo lo vivo desde el amor, desde el desapego, sé que su consciencia está conmigo, lo dejo partir no lo amarro. Muchas veces, vemos a alguien al que se le muere el papá o la mamá pero no lo deja partir, eso es literalmente cierto, se queda con parte de su energía anclada al plexo solar. Esa anclada energética puede crear crisis de pánico, de hipertensión, cosas violentas en la clínica. Si nosotros logramos que la persona se sane, es su alma la que lo sana. El sanador no lo hace por el paciente, yo como sanador soy un imán que le doy la carga que su alma necesita, realmente, la sanación es rescatar la autonomía, la autogestión, y la libertad del otro, para sanarse. La verdadera sanación es darte las herramientas para que tú, desde tu consciencia, te sanes, no desde tu consciencia racional, sino desde tu sentimiento, desde tu amor, desde tu afecto. Frecuentemente cuando uno está haciendo una sanación, ve que la persona, aunque no le haya dicho ni una palabra, empieza a llorar y a sacar su resentimiento, y luego siente una sensación de paz, que no es mi paz, es su paz, es la paz de Cristo que también habita en la persona que está siendo sanada. La paz está ahí, ha estado siempre ahí, es parte de nuestra esencia, se trata simplemente de quitar todos aquellos apegos, aversiones, sentimientos, separatismos, toda aquella capa de ignorancia, para que la paz se revele tal cual es, y cuando la paz se revela, germina el amor, y cuando germina el amor la sanación es posible, aunque lo que tenga sea un cáncer, o un lupus. Pero no te culpes si no lo logras, porque tú participas también en los problemas genéticos de la herencia, de la humanidad como grupo. Esto no es para creerse superman, uno puede ser muy orgulloso y decirse “estoy triste porque no me curé el cáncer”, eso no es un fracaso, el cáncer es un maestro, a veces aprendemos la lección en una ocasión, otras veces necesitamos diez oportunidades, y otras necesitamos cien vidas tal vez, pero lo importante es aprender la lección. Uno no aprende medicina de un día para otro, hay lecciones supremamente complicadas y difíciles. También nos diplomamos o nos especializamos en el alma, cuanto más grande sea el desafío, más grande es la oportunidad de crecimiento. Yo solo les he puesto un ejemplo de cómo podemos retomar nuestras emociones, identificar nuestras emociones, aceptarlas, no seguir huyendo de ellas, y así poder transmutarlas. Pero una vez que sentimos la emoción, hay una pregunta fundamental ¿cuál es la lección que hay debajo de esta emoción negativa? ¿Cuál era el mensaje, qué me quería decir esta actitud y esta enfermedad? Cuando yo no digo NO, en la vida, termino resentido y con ira, pero la ira no es el problema, la ira me está diciendo que hay que aprender a reafirmarme diciendo NO. La ira es la mejor estrategia de autoafirmación. Cuando yo manifiesto la ira y la transmuto, esa ira se vuelve sanadora, es lo mejor de mi fuerza, mi ira barre y limpia la casa y hace las cosas más rápidamente, ustedes han visto a un ama de casa que en su ira revolotea y el almuerzo está hecho a las diez de la mañana. Yo sabia cuando mi mamá estaba iracunda, porque a las diez de la mañana mi casa estaba como un espejo. Es así, la ira es una forma de energía que se puede transmutar físicamente, el hecho de que la transmutemos físicamente, no resuelve la fuente de la ira, la fuente de la ira es la necesidad de autoafirmarse, y la necesidad de autoafirmarse es la necesidad de renunciar a la falsa complacencia. Crecer espiritualmente no es decirle que sí a todo el mundo. El crecimiento espiritual no tiene nada que ver con la bobada, perdónenme la expresión, pero ser espiritual no es ser bobo, y ser tolerante no es ser bobo, la tolerancia no excluye la autoafirmación. La autoafirmación es condición del crecimiento espiritual. Así que yo tengo que descubrir la lección, debajo del evento negativo, porque el evento negativo no es sino la apariencia, la sombra. Pero esa sombra cuando la quito abre una puerta luz, una lección que yo puedo aprender en mi vida. Dr. Jorge Carvajal Posada

miércoles, 24 de octubre de 2012

Solo Observa y Comprende

Una mente más allá de los juicios observa y comprende"... El Dhammapada de Guatama el Buda “La moralidad es únicamente una estrategia social. Por eso algo que está bien en una sociedad está mal en otra; lo mismo que en India piensan que es bueno, en Japón piensan que no lo es. Hoy se puede pensar que una cosa es buena y mañana pasar a ser mala. La moralidad es un producto social, es una estrategia social para controlar a la gente. Los moralistas siempre juzgan, la persona despierta nunca juzga. Vive en una consciencia que no juzga. Sencillamente observa y comprende.” OSHO

miércoles, 3 de octubre de 2012

La Práctica del No Juzgar

Para practicar el no juzgar, debemos trascender nuestras limitadas creencias, incluso las que tenemos sobre el bien y el mal. Le damos un sentido al mundo al juzgar las situaciones como «buenas» o «malas» de acuerdo a reglas definidas por nuestra cultura. Estas reglas constituyen nuestro código moral. Pero un Guardián de la Tierra es amoral. Eso no quiere decir que sea inmoral, sino que simplemente no se rige por tradiciones. El Guardián cree que es importante desprenderse de este tipo de juicios y mantener su capacidad de discernimiento. Cuando practicas el no juzgar, te niegas a seguir automáticamente la opinión de los demás en cualquier situación. Al hacer esto, comienzas a tener un sentido de la ética que trasciende las tradiciones de nuestro tiempo. Esto es importante hoy en día, cuando las imágenes de los medios de comunicación se han convertido en algo más convincente que la realidad, y nuestros valores –libertad, amor, etcétera- son reducidos a eslóganes y palabras vacías. Cuando te niegas a colaborar con la visión consensual, adquieres una perspectiva diferente. Descubres lo que la libertad significa para ti a nivel personal, y que no es lo que cuentan los políticos en sus bien ensayados discursos. Comprendes que la libertad es mucho más que poder elegir entre varios modelos de coches o entre opciones de un menú. Nuestros juicios son suposiciones que están basadas en lo que hemos aprendido y en lo que nos han contado. Por ejemplo la mayoría de nosotros cree que el cáncer es una enfermedad mortal, de modo que si el doctor nos dice que la padecemos, nos quedamos aterrorizados. Sin embargo, si practicamos el no juzgar, rechazamos la creencia automática de que esto significa que vamos a tener que luchar por nuestra vida. Podemos estar de acuerdo en seguir el tratamiento que nuestro médico recomienda, pero no aceptamos el hecho de que tenemos unas probabilidades de recuperación del 1 al 99%. No calificamos nuestras posibilidades de supervivencia, sean éstas buenas o malas, ni tampoco les consignamos ningún número, porque eso sería entregar nuestro destino a las estadísticas. En lugar de eso, lidiamos con el problema que tenemos entre manos, no sólo desde el nivel literal de nuestro cuerpo, sino desde el nivel de percepción más elevado que podamos. Nos permitimos aceptar lo desconocido, junto con sus infinitas posibilidades. Hace algunos años, por ejemplo, a un amigo mío se le diagnosticó cáncer de próstata. Afortunadamente, en esa época el vivía con un curandero, quien le dijo: «No tienes cáncer; tus radiografías sólo muestran algunas manchas que con el tiempo se curarán». Al cabo de un mes, esas manchas pudieron ser sanadas. Si mi amigo hubiese calificado esas manchas como «cancerosas» y tejido una historia en torno a ellas, se habría convertido en un «paciente de cáncer». Si hubiese aceptado esta historia literal sobre su enfermedad, estaría condenado a convertirse en una estadística –en su caso, a formar parte del 40% de los pacientes que se cura o del 60% que no lo hace. Sus posibilidades se habrían reducido para convertirse en probabilidades, porque, al saber que llevaba las de perder, no habría sido capaz de imaginarse dentro del 40% de los que se curan. Por eso les enseño a mis alumnos a trabajar con sus clientes antes de que éstos reciban los resultados de la biopsia, antes de que las manchas que aparecen en las radiografías reciban un nombre y que la historia del «cáncer mortal» quede grabada en su mente y se convierta en una profecía que se cumple a sí misma. Recientemente, una mujer llamada Alyce llamó para pedir consulta con Marcela, que forma parte de nuestro personal. Alyce se había hecho una mamografía y se le había encontrado un bulto en un pecho. Marcela le preguntó si quería que comenzara a trabajar con ella antes de la biopsia, para intentar influenciar los resultados, o si prefería esperar hasta después. Alyce eligió la primera opción. A la semana siguiente, recibió una llamada de su médico. Este le dijo que habían cometido un error, ¡habían confundido su mamografía con la de otra persona, y la suya era perfectamente normal! De modo que nuestras historias no sólo influyen en nuestra forma de ver la vida, sino también en el «mundo real» -en este caso, ¡curando una situación que ya había sucedido! Siempre podemos crear una historia mítica en torno a nuestro viaje, una historia que nos ayude a crecer, a aprender y a curarnos. A fin de cuentas, es posible que no podamos alterar las manchas en una radiografía, pero sí curar nuestra alma y comenzar a educarnos por fin en las lecciones que hemos venido a aprender en este mundo. Nuestra lección puede ser ir más despacio y apreciar a las personas que nos rodean, dejar de aferrarnos a una existencia que hemos vivido como sonámbulos porque creímos que debíamos vivir nuestras vidas de una cierta forma; o, desde la perspectiva del colibrí, estas manchas pueden ser una llamada de advertencia para que hagamos los cambios que hemos estado evitando. Hemos creado grandes historias en torno al cáncer, el sida y otras enfermedades, pero no en torno a otras dolencias. Si el médico nos dice que tenemos un parásito, por ejemplo, la mayoría de nosotros no se pone a pensar en los millones de personas alrededor del mundo que mueren a causa de infecciones producidas por parásitos ni comienza a angustiarse con la idea de que va a morir. No hemos construido ninguna historia alrededor de esta enfermedad, aunque a menudo resulta ser fatal. Esto es en parte porque existe poco interés comercial o monetario en perpetuar estas historias. El tratamiento de las infecciones producidas por parásitos, aunque afectan a alrededor de dos mil millones de personas en todo el planeta, no es un gran negocio para las grandes compañías farmacéuticas, a diferencia del cáncer, el colesterol y las enfermedades cardíacas. Las historias de miedo ayudan a vender medicamentos. Cuando no juzgas la enfermedad ni te dejas dominar por el miedo de que vas a morir, es más fácil que puedas percibirla desde un nivel más elevado y escribir una historia mítica. De modo que si tienes un parásito, podrás reconocerlo como la manifestación literal de la ira tóxica de otras personas que tú has interiorizado. Alternativamente, podrías descubrir que te has desviado de tu camino y que estás viviendo una vida que es venenosa para ti. Cuando practicamos el no juzgar, ya no padecemos enfermedades –tenemos oportunidades para la curación y el crecimiento-. Ya no sufrimos traumas pasados –tenemos acontecimientos que han moldeado nuestra personalidad-. No rechazamos los hechos –nos oponemos a la interpretación negativa de estos hechos y a la historia traumática que nos sentimos tentados a tejer en torno a ellos. Entonces creamos una historia de fuerza y compasión basada en estos hechos. La revelación 1 se llama el camino del héroe porque los chamanes y curanderos más eficaces reconocen que ellos también han sido profundamente heridos en el pasado, y que a raíz de su curación han desarrollado una fuerte compasión por los que sufren. Con el tiempo, sus heridas se convirtieron en dones que les permitieron sentir más profundamente las cosas y mostrar más compasión por los demás. En otras palabras, ¿quién mejor para ayudar a un alcohólico que alguien que está en recuperación, que reconoce las mentiras que el alcohólico se dice a sí mismo y que conoce el coraje que hace falta para superar esta adicción? ¿Quién mejor para auxiliar a un hosco y colérico adolescente que un adulto cuya adolescencia estuvo marcada por la rebeldía, el resentimiento y la inseguridad, pero que ha conseguido curarse a sí mismo? Cuando alguien ya ha pasado por esas experiencias, es más fácil desprenderse de los juicios y calificaciones, y centrarse en la curación. Tomado del Libro Las Cuatro Revelaciones del Dr. Alberto Villoldo, esta práctica forma parte de la primera revelación.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Sánate a Ti Mismo

No corras desatinadamente intentando sanar a todos tus amigos. Haz tu propio trabajo mental y sánate a ti mismo. Eso sera mas benéfico que ninguna otra cosa para quienes te rodean. No podemos hacer que los demás cambien. Solo podemos ofrecerles una atmósfera mental positiva donde tengan la posibilidad de cambiar si lo desean. No es posible hacer el trabajo por otra persona, ni tampoco podemos imponerselo. Cada persona esta aquí para aprender sus propias lecciones, y no les servirá de nada que se las demos resueltas, porque tiene que pasar personalmente por el proceso vital necesario para aprenderlas. Lo único que podemos hacer por los demás es amarlos y dejar que sean quienes son, saber que su verdad esta dentro de ellos, y que cambiaran cuando quieran hacerlo. -Louise L. Hay Basado en el best-seller Ud. Puedes Sanar Su Vida y el Manual de Ejercicios Ámate a Ti Mismo, Cambiaras Tu Vida, ambos por Louise L. Hay

domingo, 9 de septiembre de 2012

Agresión

"Cada agresión que recibas, mírala como una petición de Amor y respóndele con el lenguaje del Amor. Porque cada vez que respondas con ataque, te estás atacando a ti mismo." M. Ghandi

viernes, 31 de agosto de 2012

Un Poquito de ternura, por favor...

No importa qué cualidades sicológicas pueda tener una persona, un corazón abierto siempre es tierno. Esa ternura puede encontrar su expresión en una mirada, en un gesto, en el tono de la voz y hasta en un silencio. La vida moderna, con sus prisas y su atención puesta en la producción y obtención de bienes materiales nos aleja del sentir del corazón y nos da la impresión de que la ternura se ausentó de nuestras vidas. Sin embargo, el amor habita el corazón humano que sigue siendo bueno. Cuando no hay ternura tendemos a ser ásperos. Parece que en vez de piel tenemos una lija, nos herimos cada vez que nos tocamos y sufrimos porque maltratamos a aquellos a quienes queremos. Soy de las que piensa que no hay paz en el mundo porque no hay paz en los hogares. Y es allí en donde puede florecer la ternura y desde donde puede expandirse hacia el mundo. No hay otro camino. Cuando el sentimiento que une a los seres proviene del mundo de deseos, se demuestra como afecto. Y el afecto nos afecta imponiéndonos obligaciones y haciéndonos esperar siempre algo a cambio. El Maestro D.K. lo define como el espejismo del sentimiento que hunde a mucha gente buena en las brumas del plano astral. Pero cuando el amor proviene del alma no impone condiciones, es una corriente de vida abundante, como un manantial que enriquece todo lo que toca, que nunca aprisiona y en su núcleo es pura ternura. Miremos más de cerca nuestras relaciones cotidianas y si encontramos asperezas, trabajemos arduamente para cambiarlas. Cada relación áspera es una fuente de dolor y un contaminante del ambiente psicológico del lugar donde se expresa. Deja que la energía del corazón fluya a torrentes convertida en ternura, y envuelve con ella a tu familia, a la del vecino, a la comunidad, a la nación, al planeta. No le añadas al mundo más asperezas de las que ya contiene. La transformación mundial depende de la transformación de cada uno de nosotros. ¿Me podrías dar un poquito de ternura, por favor? Si estuviéramos más atentos podríamos leer esa petición en la mirada de nuestros hijos, hijas, esposos, esposas, madres, padres, seres queridos… Se trata de comunicarnos desde lo que somos, desde la fuente misma de vida y conciencia y desde ahí, establecer las relaciones. Las personalidades, cuando están alejadas del alma critican, dividen, reclaman y nunca se satisfacen. El alma comprende, une, se ofrece a sí misma en bien de los demás y se conforma simplemente con amar. La fuente del verdadero amor está dentro de ti, en tu alma, en tu dimensión divina. Conéctate contigo mismo y desde allí derrama todo el amor a aquellos que la vida ha puesto a tu lado. Hay un sinsentido que agobia a gran parte de la población que busca llenar su vacío existencial con cosas. Por más que el humano quiera encontrar en el tener su sentido de vivir, no lo logrará, simplemente porque ahí no está. Por más que compremos y tengamos cosas y cosas, el sentido de la vida está en el amor. Y el amor es dar y darse en bien de los demás. Si podemos compartir la mesa, el dolor, los problemas, la alegría, nos sentimos contenidos y esa contención es el regalo más grande que podemos recibir y darle a nuestros seres queridos. Esa contención nos da la fuerza para afrontar los retos con entereza, solucionar los solucionables y crecer sobre aquellos que no podemos cambiar. Perdonemos sin juzgar, como nos enseñó el Maestro Jesús. El perdón aflora natural cuando nos damos permiso, unos a otros, para equivocarnos. Cuando reconocemos que el hermano, la hermana hace lo mejor que le sale y si le sale mal es probable que sufra. ¿Cómo castigarlo, entonces, con un juicio, resentimiento, crítica, enojo? Si no aprendemos a vivir perdonándonos unos a otros, ¿cómo pretender que los pueblos se perdonen, que las naciones se perdonen y curen sus heridas? La varita mágica que transformará este mundo está en el corazón, en ese núcleo de luz que todos tenemos dentro, en donde habita la Llama del Espíritu, ese pedacito de Dios que todos compartimos. Permite que aflore y colore tus actividades diarias. No tienes que esforzarte, porque sale natural cuando das de aquello que tienes adentro, cuando te das a ti mismo, cuando te ofreces. ¿Qué otra cosa, realmente, puedes dar? Una sonrisa a tiempo, una mirada de amor, un “estoy contigo”, una comprensión ante los errores cometidos y la vida se enriquece, porque le permites que exprese plenamente su esencia que es el amor y su lenguaje, la ternura. La nueva civilización que todos esperamos tendrá una cultura, la cultura del alma, que es la cultura del amor, que es la cultura de la paz. Su dirección es la unidad, la cooperación, la solidaridad, la hermandad. Ése es nuestro destino, o no tendremos destino, porque el propósito de este mundo es expresar la divinidad en la dimensión material y nuestro Dios es un Dios de Amor. ¿Podrías darle a la vida un poquito de ternura? El Dios del Universo te lo agradecerá porque cuando eres tierno, es Dios mismo, que a través de ti, expresa Su Amor. Desde las profundidades del alma, Carmen Santiago "La espiritualidad no se limita a los ejercicios denominados espirituales: la meditación, la oración… En realidad, cualquier actividad de la vida cotidiana puede ser espiritualizada si se sabe introducir en ella un elemento divino. Y a la inversa, la oración, la meditación o toda otra actividad llamada «espiritual», puede convertirse extremadamente prosaica si no está animada, sostenida por una idea sublime, un ideal superior. La espiritualidad no consiste en descuidar o menospreciar el mundo material, sino en esforzarnos siempre en actuar con la luz y para la luz. Sólo con esta condición, incluso la actividad más ordinaria puede servir para elevarnos, para armonizarnos, para unirnos al mundo divino." Omraam Mikhaël Aïvanhov

domingo, 15 de julio de 2012

El Amor sin Apego te Devuelve la Felicidad

La mayor parte del tiempo nos dejamos llevar por el pensamiento, reflexionando sobre las cosas en un monólogo que generalmente, nos aleja del silencio, la paz, la claridad, que es realmente la naturaleza de la mente. La felicidad es precisamente el no pensamiento. En cualquier momento de felicidad que tengas, observarás que no hay pensamientos. Sin embargo siempre estamos buscando la felicidad a través del pensamiento, buscamos razones, técnicas o estrategias para ser feliz. Cuando, en realidad, para ser feliz sólo necesitamos acallar el pensamiento y abrirnos. Imagen Paco Alonso ¿Cuales son los principales enemigos de la felicidad? Básicamente, la ignorancia. Especialmente, esa ignorancia de no saber que no sabes. Creer que sabes todo lo que hay que saber, te hace mantenerte en tu postura y repetir errores. Repetir situaciones que te conducen a la infelicidad. Actitudes dirigidas por el miedo, el enfado, el apego, la confusión... ¿Como afrontar la ignorancia? El primer paso es reconocerla. Decir: no sé nada. Eso te mantiene abierto a aprender. Lo que pasa es que mucha gente no puede aceptar esa incertidumbre, necesita respuestas rápidas, ya; y, si no, se llena de ansiedad, y para evitarlo se inventa las respuestas. Cualquier respuesta que le funcione durante un tiempo, que calme su angustia. ¿Como afrontar el miedo? El miedo aparece precisamente por la ignorancia y porque no la aceptamos. Nos aterra lo que no sabemos. Por eso, el mejor antídoto del miedo es la aceptación. El miedo es resistencia a lo desconocido, y, a veces, resistencia a lo conocido también. ¿Como afrontar el enfado? La mejor medicina contra el enfado es el amor. Cuando una persona está enfadada con alguien, todo en esa persona lo ve mal, feo, criticable. Y, por extensión, se enfada con el mundo, que es feo y criticable también. Entonces hay que practicar el amor; meditar en el amor y después practicarlo hacia la vida. ¿Como afrontar el apego? De la misma manera que el enfado. Con el amor. En castellano decimos "te quiero", y en ese concepto está intrínseco el apego, la propiedad. Sustituye la palabra "amor" por "dar". Cuando digas "yo te amo" piensa en "yo te doy". Practica el dar más que el controlar. Deja a un lado las espectativas y las exigencias. Ama con libertad. A las personas, las cosas, las situaciones que más te gustan de la vida. Entrégate a la experiencia, disfrútala, pero no quieras retenerla. El mejor antídoto del apego es el amor; y, sin embargo, cometemos el gran error de identificarlos y nos convencemos de que cuanto más apego hay (celos, posesión, exclusividad, exigencias hacia el otro, control, etc,), mayor es el amor. ¿Como afrontar la confusión y la ignorancia? Cuando te sientas demasiado confuso, deja de pensar, porque pensar en exceso te lleva a más confusión. Párate un rato, abandona el tema y dedícate a otra cosa que no requiera más pensamiento. Al igual que cuando tu cuerpo está cansado le permites descansar, deja descansar tu mente. ¿Como? Muévete, haz ejercicios físicos, salta, sal a correr, recreate en la naturaleza... Y luego retoma el tema otra vez. "OPTA POR DAR MÁS QUE POR CONTROLAR. SI OLVIDAS TUS EXIGENCIAS, AMARÁS EN LIBERTAD" Publicado por Paco Alonso en :http://alsoldepacoalonso.blogspot.com.ar/

viernes, 22 de junio de 2012

Lo que Todos Queremos, mes de Cancer

Si somos capaces de escuchar la voz que surge del trasfondo de las crisis, ya sean personales, nacionales o internacionales, escucharemos el mismo anhelo: “queremos vivir en paz, queremos ser felices, queremos armonía, queremos que se respeten los derechos humanos…” ¿Cómo puede ser que un deseo tan básico y común pueda ser tan elusivo, que si todos queremos lo mismo, no lo hayamos podido conseguir? Creo que el drama de nuestra humanidad radica en que buscamos solucionar los problemas con la creencia inadecuada, la misma que los ocasionó, la que piensa que las cosas se resuelven cuando unos ganan y otros pierden, la que divide a la humanidad en dos bandos: los buenos y los malos, y hasta la vida más allá de la muerte en cielo e infierno. Las instituciones por las cuales administramos la vida en el planeta están modeladas de acuerdo a este viejo paradigma. ¿Cómo pueden surgir las correctas relaciones fuera de su contexto natural que es el hecho de que todos somos hermanos con los mismo derechos y obligaciones? No lo creo posible. La fraternidad se asienta en la esencia misma del ser. Y cuando nos dividimos entre buenos y malos, cultos e incultos, desarrollados y subdesarrollados, lo único que estamos haciendo es agravar el problema. Dentro del contexto de la cultura de la competencia, no creo que podamos encontrar las soluciones a los problemas que hoy enfrenta la humanidad. Nunca entendí el porqué cuando a una persona se le presta dinero y no puede pagar, en vez de ayudarla, se le cobran más intereses disminuyendo las posibilidades para que cumpla con su compromiso. Esto es igual a cuando una persona que se está hundiendo en el mar, en vez de darle un flotador le tiramos una piedra... ¡se va a hundir más rápido! Cuando esto se hace con las naciones, obligándolas a pagar deudas que son impagables debido a los intereses acumulados, aumentándoles la deuda, aplicando más intereses y condenando a gran parte de sus habitantes al hambre y la miseria, ¿acaso no es un acto criminal? Entonces pienso que lo que tenemos que cambiar está en la mente. Y ahí, todos tenemos poder. La Era de Acuario nos pide un cambio de creencias, de cultura, de forma de vivir, porque la administración de la vida como la tenemos no responde a lo que queremos. Hemos desarrollado la capacidad de destruir la Tierra, ¡con todas sus bellezas y sus riquezas! Somos como el necio que, sentado sobre una hermosa rama, la corta; sin darse cuenta que caerá al abismo con ella. Buscamos la paz, hablamos de la paz, la idealizamos pero cuando consideramos aceptables medidas que no contemplan el derecho de comer de los pueblos, sembramos las semillas de la guerra. Y seguimos tan campantes, sin considerar que el problema está en el sistema que hemos creado para administrar la vida, hasta que la crisis planetaria nos afecte personalmente y la veamos cara a cara, o... de repente... por la luz que hoy llega a raudales, descubramos que somos hermanos y se produzca un verdadero cambio en la conciencia. Y ese descubrimiento es el más importante que nos toca hacer. Y aunque es un hecho conocido y aceptado a nivel intelectual por casi toda la humanidad, no se ha convertido en conocimiento verdadero porque no lo tenemos incorporado a nuestra conducta. Cristo nos enseñó que todos somos hermanos, todos hijos de un mismo Padre, y nos dejó la regla de oro de la conducta humana que esta escrita en uno de los muros de las Naciones Unidas, "no le hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti." Así está la clave. Es tan sencilla, es hermoso recitarla, pero si no se expresa a través de la conducta, somos loros que repiten y repiten y no sabed de qué hablan. Hay que tener en cuenta que hace sólo 67 años que, con la fundación de las Naciones Unidas, hemos declarado que la guerra no nos sirve, que queremos vivir en un mundo de paz. Y, ¿cuántos miles de años llevamos en el planeta resolviendo los problemas con la violencia, con la guerra, con el “yo gano y tú pierdes”? Necesitamos encontrar la zona en nuestra conciencia desde donde surja la buena voluntad como algo natural, porque es lo único capaz de construir una cultura de paz. El reto de nuestro tiempo radica en el descubrimiento de nosotros mismos, de nuestra divinidad esencial, de aquello que nos hace verdaderamente humanos, nuestra Alma Inmortal. Y ¿cómo encontrarnos a nosotros mismos, cómo descubrirnos? Todas las escuelas espirituales nos enseñan un camino. Te ofrezco el del atajo, el que practico aunque no siempre me sale bien, pero lo hago con empeño porque estoy convencida que es el más rápido, y como la Nueva Era está llegando con toda su luz y su potencia, es mejor apurarse. Descubrirse uno mismo entraña una de las más grandes paradojas de la vida porque es necesario el olvido de uno mismo. Me preguntarás, ¿cómo me puedo encontrar si me olvido de mí mismo? Porque cuando piensas en ti, te enfocas en tus intereses, en tus deseos personales y te quedas en las zonas que menos reflejan tu verdadera esencia. Allí la visión se nubla por el vapor que producen tus deseos egoístas. Ves muy bien al personaje temporal que te ha tocado jugar en esta vida, su nombre, su profesión, etc., pero no te ves a ti, al hijo de Dios, la conciencia inmortal. Entonces, ¿qué puedes hacer? Aquí hay un truco muy bueno. Como todos somos hermanos y compartimos la misma naturaleza interna – así como la comparten dos gotas de agua del mismo océano - cuando te buscas en tu hermano, te ves mucho mejor, porque al quitar la mirada de tu pequeña persona, ya nada tapa tu verdad interna y puedes verte. A través de la mirada de tu hermano, ves tu divinidad esencial, a través del alma de tu hermano llegas a tu alma. Es un atajo. Se llama el camino del Corazón, porque es el amor el que lo permite. Cuando buscas descubrir lo mejor de los demás, de alguna manera descubres lo mejor de ti. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Cuando descubres tu divinidad esencial, la buena voluntad aflora sin esfuerzos, como el agua del manantial que, fluyendo libre, enriquece todo lo que toca porque el corazón humano es esencialmente bueno. Y la buena voluntad promueve las correctas relaciones que nos darán el mundo que todos anhelamos. Somos el problema, pero también somos la solución. Construiremos juntos, porque es nuestro destino, un nuevo sistema basado en el respeto, la cooperación, el amor fraternal, las correctas relaciones y la paz, y lo haremos en el auto descubrimiento de nuestra divinidad esencial. Tú y yo somos Uno. Con el amor de siempre, inmenso, eterno… Carmen Santiago

viernes, 8 de junio de 2012

Que Seas Tú Mismo

Yo no estoy aquí para convencerte de nada. No estoy aquí por reconocimiento. No estoy a favor de ningúna práctica ni entretenimiento. Estoy aquí sólo para servir. Estoy aquí sólo para transmitir mi mensaje: La verdad, la sencillez, el amor y el servicio. Yo quiero que viajes a través de la luz… QUE SEAS TÚ MISMO. Ramana Maharashi

miércoles, 30 de mayo de 2012

La Vida es Como un Espejo

"Sí sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí". "El que quiera ser amado que ame". Mahatma Ghandi

domingo, 8 de abril de 2012

Llega un nuevo Pesaj - Llega una nueva Pascua

Siento agradecimiento a la tradición de nuestra familia de encontrarnos todos los años para
celebrar esta festividad.

Y en honor a nuestros ancestros, a mis abuelos que nos acompañan desde otro plano, a mis padres, hermana, tíos abuelos, tíos, primos, suegros y a mi misma, que seguimos reuníendonos en la mesa dando continuidad a este ritual, tomé la iniciativa de preguntarme el sentido que hoy tiene para mi esta festividad.

Año a año leemos y escuchamos un relato antiguo que nos cuenta la travesía de un pueblo que sale de la esclavitud hacia la libertad.

La historia que nos contaron la conocemos, la leemos al menos desde que yo nací, ya son 30 años! Y como pueblo más de 3000 años leyendo este mismo relato! Wowww

Me pregunto entonces: De qué nos estamos olvidando como humanidad que necesitamos volver a salir de Egipto todos los años?

Una voz dentro de mi me responde que la salida de Egipto, el camino del desierto, es el camino de la vida que atravesamos los seres humanos en esta experiencia terrenal.

Nacemos con la maravillosa oportunidad de ser libres, sí!
La libertad es nuestra propia naturaleza.

Tenemos la posibilidad de descubrinos, explorarnos, desarrollarnos y elegir.
Elegir nuestro modo de caminar, nuestro modo de vestir, nuestro modo de hablar, nuestro modo de comer.... podemos elegir nuestro punto de vista, cambiar de opinión, desarrollar nuestros talentos, qué queremos ser, qué queremos hacer, con quién, dónde queremos vivir, tantas decisiones que podemos tomar!

A veces se nos hace difícil elegir, tememos equivocarnos. Entonces, adoptamos criterios.

Nuestra familia es una fuente, nos provee de hábitos, tradiciones, creencias, historias de éxitos y fracasos, comportamientos que se aceptan y otros que no. Esas experiencias heredadas, junto a nuestra religión, la cultura de nuestro lugar, y las personas con quienes compartimos nuestra vida cotidiana, nos van formando un modo de ver el mundo y criterios para tomar decisiones.

Sin embargo, estos criterios nos traen grandes problemas si perdemos nuestro propio sentido:

Quién soy?

Cuál es la intención de mi vida?

Las respuestas a estas preguntas no provienen del mundo externo. Sólo nacen dentro de cada uno de nosotros.

Qué vida estoy eligiendo?

Elijo lo que que se supone que está bien?

Elijo lo que realmente deseo con el corazón?

Qué es lo que realmente desea mi corazón? Lo siento?

A veces nuestra mirada está muy acotada en lo que está siendo y no podemos ver que las cosas pueden ser diferentes.

Celebrar Pesaj este año es para mi una oportunidad de repensar mis propios procesos de liberación, el camino de soltar mis propios miedos y elegir con el corazón.

También, me divierte el juego de hacerme preguntas porque me sigo considerando niña y también me considero sabia para poder responderme. Porque cuando no sé la respuesta puedo pedir ayuda y recibir la respuesta en mi corazón.

Hacerme preguntas a mi misma me abre la posibilidad de ver lo que llevo en la sombra, quizás porque me duele, me siento vulnerable, me da miedo o simplemente no sé qué hacer con eso.

A veces siento que mi propio Egipto es no poder aceptar y agradecer a mis aferramientos, sabiendo que ellos son maestros que me permiten liberarme.

Lo bueno de la historia de Pesaj es que todos los años finalmente salimos de Egipto, aunque no sepamos cómo, ese es el camino de nuestra vida. Y sé que todas las aparentes dificultades que atravesamos tienen un propósito mayor que es ayudarnos en la liberación.

Les deseo un Pesaj muy alegre! Que podamos sentarnos muy cómodos, respirar muy profundo, fluido y disponernos a liberarnos cada uno a sí mismo.

Sé que podemos hacerlo!

Los abrazo con el corazón!

Vale Orit.

viernes, 6 de abril de 2012

El Cuerpo Habla

...me encantó esta frase "La Enfermedad no es mala, te avisa que te estas equivocando de camino".
El punto central del libro La Mente Dividida del Dr. John Sarno coincide con el de esta interesante reflexión del Dr. Torres experto en Psico-neuro-inmunolinguistica PNIL de Venezuela.
El Dr Sarno dice: LA PENA QUE NO SALE EN LAGRIMAS HACE LLORAR OTROS ORGANOS
El Dr. Torres dice: EL CUERPO GRITA ... LO QUE LA BOCA CALLA
“La enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma". -Bach.
Algunas veces... el resfrío "chorrea" cuando el cuerpo no llora.
El dolor de garganta "tapona" cuando no es posible comunicar las aflicciones.
El estómago arde cuando las rabias no consiguen salir.
La diabetes invade cuando la soledad duele.
El cuerpo engorda cuando la insatisfacción aprieta.
El dolor de cabeza deprime cuando las dudas aumentan.
El corazón afloja cuando el sentido de la vida parece terminar.
La alergia aparece cuando el perfeccionismo está intolerable.
Las uñas se quiebran cuando las defensas están amenazadas.
El pecho aprieta cuando el orgullo esclaviza.
La presión sube cuando el miedo aprisiona.
Las neurosis paralizan cuando el niño interior tiraniza.
La fiebre calienta cuando las defensas explotan las fronteras de la inmunidad.
Las rodillas duelen cuando tu orgullo no se doblega.
El cáncer mata cuando no perdonas y/o te cansas de "vivir".
¿Y tus dolores callados? ¿Cómo hablan en tu cuerpo?
La Enfermedad no es mala, te avisa que te estas equivocando de camino.
Me parece bueno compartir este mensaje:
El camino a la felicidad no es recto, existen curvas llamadas EQUIVOCACIONES,
existen semáforos llamados AMIGOS,
luces de precaución llamadas FAMILIA y
te ayudara en este camino el tener:
Una llanta de repuesto llamada DECISION,
un potente motor llamado AMOR,
un buen seguro llamado FE,
abundante combustible llamado PACIENCIA,
pero sobre todo un experto conductor llamado DIOS, CREADOR o como lo quieras llamar........

domingo, 4 de marzo de 2012

La Práctica de No Juzgar

Para practicar el no juzgar, debemos trascender nuestras limitadas creencias, incluso las que tenemos sobre el bien y el mal.
Le damos un sentido al mundo al juzgar las situaciones como «buenas» o «malas» de acuerdo a reglas definidas por nuestra cultura. Estas reglas constituyen nuestro código moral. Pero un Guardián de la Tierra es amoral. Eso no quiere decir que sea inmoral, sino que simplemente no se rige por tradiciones. El Guardián cree que es importante desprenderse de este tipo de juicios y mantener su capacidad de discernimiento.
Cuando practicas el no juzgar, te niegas a seguir automáticamente la opinión de los demás en cualquier situación. Al hacer esto, comienzas a tener un sentido de la ética que trasciende las tradiciones de nuestro tiempo. Esto es importante hoy en día, cuando las imágenes de los medios de comunicación se han convertido en algo más convincente que la realidad, y nuestros valores –libertad, amor, etcétera- son reducidos a eslóganes y palabras vacías.
Cuando te niegas a colaborar con la visión consensual, adquieres una perspectiva diferente. Descubres lo que la libertad significa para ti a nivel personal, y que no es lo que cuentan los políticos en sus bien ensayados discursos. Comprendes que la libertad es mucho más que poder elegir entre varios modelos de coches o entre opciones de un menú.
Nuestros juicios son suposiciones que están basadas en lo que hemos aprendido y en lo que nos han contado. Por ejemplo la mayoría de nosotros cree que el cáncer es una enfermedad mortal, de modo que si el doctor nos dice que la padecemos, nos quedamos aterrorizados. Sin embargo, si practicamos el no juzgar, rechazamos la creencia automática de que esto significa que vamos a tener que luchar por nuestra vida. Podemos estar de acuerdo en seguir el tratamiento que nuestro médico recomienda, pero no aceptamos el hecho de que tenemos unas probabilidades de recuperación del 1 al 99%. No calificamos nuestras posibilidades de supervivencia, sean éstas buenas o malas, ni tampoco les consignamos ningún número, porque eso sería entregar nuestro destino a las estadísticas. En lugar de eso, lidiamos con el problema que tenemos entre manos, no sólo desde el nivel literal de nuestro cuerpo, sino desde el nivel de percepción más elevado que podamos. Nos permitimos aceptar lo desconocido, junto con sus infinitas posibilidades.
Hace algunos años, por ejemplo, a un amigo mío se le diagnosticó cáncer de próstata. Afortunadamente, en esa época el vivía con un curandero, quien le dijo: «No tienes cáncer; tus radiografías sólo muestran algunas manchas que con el tiempo se curarán». Al cabo de un mes, esas manchas pudieron ser sanadas.
Si mi amigo hubiese calificado esas manchas como «cancerosas» y tejido una historia en torno a ellas, se habría convertido en un «paciente de cáncer». Si hubiese aceptado esta historia literal sobre su enfermedad, estaría condenado a convertirse en una estadística –en su caso, a formar parte del 40% de los pacientes que se cura o del 60% que no lo hace. Sus posibilidades se habrían reducido para convertirse en probabilidades, porque, al saber que llevaba las de perder, no habría sido capaz de imaginarse dentro del 40% de los que se curan. Por eso les enseño a mis alumnos a trabajar con sus clientes antes de que éstos reciban los resultados de la biopsia, antes de que las manchas que aparecen en las radiografías reciban un nombre y que la historia del «cáncer mortal» quede grabada en su mente y se convierta en una profecía que se cumple a sí misma.
Recientemente, una mujer llamada Alyce llamó para pedir consulta con Marcela, que forma parte de nuestro personal. Alyce se había hecho una mamografía y se le había encontrado un bulto en un pecho. Marcela le preguntó si quería que comenzara a trabajar con ella antes de la biopsia, para intentar influenciar los resultados, o si prefería esperar hasta después. Alyce eligió la primera opción. A la semana siguiente, recibió una llamada de su médico. Este le dijo que habían cometido un error, ¡habían confundido su mamografía con la de otra persona, y la suya era perfectamente normal! De modo que nuestras historias no sólo influyen en nuestra forma de ver la vida, sino también en el «mundo real» -en este caso, ¡curando una situación que ya había sucedido!
Siempre podemos crear una historia mítica en torno a nuestro viaje, una historia que nos ayude a crecer, a aprender y a curarnos. A fin de cuentas, es posible que no podamos alterar las manchas en una radiografía, pero sí curar nuestra alma y comenzar a educarnos por fin en las lecciones que hemos venido a aprender en este mundo. Nuestra lección puede ser ir más despacio y apreciar a las personas que nos rodean, dejar de aferrarnos a una existencia que hemos vivido como sonámbulos porque creímos que debíamos vivir nuestras vidas de una cierta forma; o, desde la perspectiva del colibrí, estas manchas pueden ser una llamada de advertencia para que hagamos los cambios que hemos estado evitando.
Hemos creado grandes historias en torno al cáncer, el sida y otras enfermedades, pero no en torno a otras dolencias. Si el médico nos dice que tenemos un parásito, por ejemplo, la mayoría de nosotros no se pone a pensar en los millones de personas alrededor del mundo que mueren a causa de infecciones producidas por parásitos ni comienza a angustiarse con la idea de que va a morir. No hemos construido ninguna historia alrededor de esta enfermedad, aunque a menudo resulta ser fatal. Esto es en parte porque existe poco interés comercial o monetario en perpetuar estas historias. El tratamiento de las infecciones producidas por parásitos, aunque afectan a alrededor de dos mil millones de personas en todo el planeta, no es un gran negocio para las grandes compañías farmacéuticas, a diferencia del cáncer, el colesterol y las enfermedades cardíacas. Las historias de miedo ayudan a vender medicamentos.
Cuando no juzgas la enfermedad ni te dejas dominar por el miedo de que vas a morir, es más fácil que puedas percibirla desde un nivel más elevado y escribir una historia mítica. De modo que si tienes un parásito, podrás reconocerlo como la manifestación literal de la ira tóxica de otras personas que tú has interiorizado. Alternativamente, podrías descubrir que te has desviado de tu camino y que estás viviendo una vida que es venenosa para ti.
Cuando practicamos el no juzgar, ya no padecemos enfermedades –tenemos oportunidades para la curación y el crecimiento-. Ya no sufrimos traumas pasados –tenemos acontecimientos que han moldeado nuestra personalidad-. No rechazamos los hechos –nos oponemos a la interpretación negativa de estos hechos y a la historia traumática que nos sentimos tentados a tejer en torno a ellos. Entonces creamos una historia de fuerza y compasión basada en estos hechos.
La revelación 1 se llama el camino del héroe porque los chamanes y curanderos más eficaces reconocen que ellos también han sido profundamente heridos en el pasado, y que a raíz de su curación han desarrollado una fuerte compasión por los que sufren. Con el tiempo, sus heridas se convirtieron en dones que les permitieron sentir más profundamente las cosas y mostrar más compasión por los demás. En otras palabras, ¿quién mejor para ayudar a un alcohólico que alguien que está en recuperación, que reconoce las mentiras que el alcohólico se dice a sí mismo y que conoce el coraje que hace falta para superar esta adicción? ¿Quién mejor para auxiliar a un hosco y colérico adolescente que un adulto cuya adolescencia estuvo marcada por la rebeldía, el resentimiento y la inseguridad, pero que ha conseguido curarse a sí mismo? Cuando alguien ya ha pasado por esas experiencias, es más fácil desprenderse de los juicios y calificaciones, y centrarse en la curación.

Tomado del Libro Las Cuatro Revelaciones del Dr. Alberto Villoldo, esta práctica forma parte de la primera revelación.